Demografia
Enfermedades y otros agentes
El llamado choque microbiano produjo estragos entre la población amerindia, que carecía de defensas frente a enfermedades como la viruela o el sarampión. También cuando la sífilis llegó a Europa, procedente de América, diezmó la población en algunas regiones de Europa. Aunque, según todas las fuentes, los indígenas americanos salieron peor parados que los europeos.
En el siglo XVI no había medios para calcular el total de la población amerindia prehispánica. Tampoco había medios para realizar un censo sectorial de los indígenas que morían de viruela, o de sarampión, o de gripe, o de tifus… Ni para calcular el porcentaje de la población indígena que se extinguió por epidemias en relación a la que moría como consecuencia de las guerras de conquista o del exceso de trabajo. De ahí que la cuantificación de la población indígena americana previa a la llegada de los españoles a América siga siendo un tema controvertido.
Así, en el siglo XX, mientras el historiador Woodrow Borah estimó en 700 millones la población americana antes de la llegada de los españoles, el geógrafo Karl Theodor Sapper estimaba esa población entre 40 a 75 millones y el antropólogo Alfred Louis Kroeber rebajaba esa cifra a 8,4 millones. La misma disparidad se puede encontrar respecto a las proporciones de la disminución de la población indígena (entre el setenta y el noventa y cinco por cien, según las fuentes, en los primeros 130 años tras el descubrimiento de América) y sus causas.
Mientras algunos autores sostienen que esa catástrofe demográfica se debió, principalmente, a las enfermedades epidémicas llevadas desde Europa por los españoles, de forma involuntaria, los seguidores de la leyenda negra [34] consideran que esa catástrofe se debió al exterminio deliberado y sistemático (genocidio) perpetrado por los españoles contra los amerindios, lo que contradice el objetivo de la faceta evangelizadora de la colonización española (sumar más fieles para la Iglesia Católica) y deja sin explicación por qué los colonos españoles habrían de tener interés en exterminar su propia mano de obra indígena. [35] [36] [37] [38].
Las especulaciones de los leyendanegristas en torno a esta disminución de la población indoamericana siguen estando de actualidad. Sirva como ejemplo el periodista norteamericano Charles C. Mann afirmando que, sin esas enfermedades, los españoles no habrían podido conquistar América. Sin embargo, las batallas más decisivas de la conquista de América contradicen ese planteamiento ucrónico. Así, antes de que la epidemia de viruela llegara a Tenochtitlán, [39] los aztecas y sus aliados fueron vencidos en la batalla de Otumba por un contingente de españoles y aliados amerindios muy inferior en número y en condiciones físicas lamentables tras sufrir la derrota de la Noche Triste.[40] Y en la batalla de Cajamarca, en la que se produjo la captura de Atahualpa, decisiva para la caída del Tahuantinsuyo, tampoco las epidemias tuvieron incidencia alguna. Aquel 16 de noviembre de 1532 el Inca no estaba enfermo, ni lo estaban los nobles que le acompañaban, ni los soldados (entre 6000 y 10000) que debían protegerles pero que huyeron ante la celada diseñada por Pizarro y sus soldados (168 hombres en total).[41] [42] [43] [44]
Los españoles prohibieron la poligamia que practicaban los amerindios por ser contraria a la doctrina católica y facilitaron el mestizaje desde el comienzo de la colonización. Así, Fernando el Católico, por Real Cédula de 1514 prescribió:
<<Es nuestra voluntad que los indios e indias tengan, como deben, entera libertad para casarse con quien quisieren, así con indios como con naturales de estos nuestros reinos, o españoles nacidos en latí Indias, y que en esto no se les ponga impedimento. Y mandamos que ninguna orden nuestra que se hubiere dado o por nos fuera dada pueda impedir ni impida el matrimonio entre los indios e indias con españoles o españolas. y que todos tengan entera libertad de casarse con quien quisieren, y nuestras audiencias procuren que así se guarde y cumpla.>>
(Recogida en la Recopilación de Leyes de las Indias de 1680, Ley 2º Tit. 1º Libro VI). En 1556 Felipe II reiteró esta Real Cédula de su abuelo.
(En Estados Unidos, hasta 1967, los matrimonios interraciales fueron ILEGALES. Solo a partir de ese año, y después de la decisión de la Corte Suprema Loving contra Virginia, se permitió el matrimonio de los angloamericanos con otras razas)
Uno de los matrimonios más emblemáticos del siglo XVI lo protagonizaron Isabel Moctezuma (Tecuichpo Ixcazochtzin, antes de bautizarse, hija de Moctezuma II y última emperatriz de los aztecas) con el extremeño Juan Cano, con el que tuvo cinco hijos que iniciarían la genealogía de los duques de Miravista, título que todavía perdura en la actualidad. El palacio de los Toledo-Moctezuma en Cáceres es hoy sede del Archivo Histórico Provincial y en su fachada se conserva el blasón de los Moctezuma. Una parte de los descendientes de ese matrimonio vive en España y, otros, en México.
Por su parte, el historiador alemán Enrique Otte recoge en la página 61 de su libro Cartas Privadas de emigrantes a Indias: 1540-1616 (FCE 1993) una carta de un colonizador llamado Andrés García, fechada el 10 de febrero de 1571, dirigida a su sobrino Pedro Guiñón, en Colmenar Viejo, en la que le comunica su matrimonio con una indígena americana:
<<Caséme en esta tierra con una mujer muy a mi voluntad. Y aunque allá os parezerá cosa reçia en aberme casado con hindia, acá no se pierde honrra ninguna, porque es una nación la de los hindios tenida en mucho.>>
Además de los matrimonios, hubo uniones sexuales extramatrimoniales con mujeres indígenas debido a que las mujeres castellanas eran relativamente escasas en América [45]. El ejemplo clásico es el de la Malinche, amante de Hernán Cortés, con quien incluso tuvo un hijo, Martín Cortés (al que reconoció en 1529 mediante bula papal de Clemente VII), que no hay que confundir con su hijo legítimo del mismo nombre. Pero, amantes aparte, el mestizaje extramatrimonial tuvo otras expresiones sociológicas que se practicaban en Europa desde siempre, como la barraganería o la prostitución. No hay estadísticas fiables sobre la proporción de matrimonios mestizos frente a las otras fórmulas ilegales de mezcla de españoles y amerindios durante la colonización española de América.
«A decir verdad, los matrimonios auténticos, contraídos por los conquistadores con indias, no fueron excepcionales. (…) Hay que comprender, como lo dicen explícitamente los tlaxcaltecas, que los españoles, esos seres imprevisibles, llegados desde las fuentes del sol, fueron vistos como unos seres casi invencibles, unos hombres de esencia superior: el ayuntamiento de las mujeres indias con los vencedores aseguraría el nacimiento de niños dotados de grandes virtudes guerreras. (…) Los indios practicaron de entrada, ya desde Tabasco, una costumbre frecuente en muchas civilizaciones, ofrecer a sus mujeres, pero que ellos conceptualizaron explícitamente. ¡No se trataba, precisamente, de ofrecerles a los españoles un lote de mujeres que les zurcieran las calzas! Las ocho indias, todas ellas hijas de caciques, que les regalaron, ataviadas con sus mejores galas, y que los españoles aceptaron después de haberlas bautizado, eran un presente destinado a sellar la amistad entre los totonacas y los españoles, pero también a hacer generación, es decir, tener hijos de los conquistadores. (…) Más tarde, en Perú, el inca Garcilaso de la Vega, escritor mestizo, hijo de una princesa indígena, habla en sus Comentarios de la satisfacción que sentían las familias incas cuando una de sus hijas quedaba encinta de un español. (…) Por lo tanto es inútil adoptar el discurso <anticolonialista>, del que el Quinto Centenario ya propuso un ingenuo florilegio, y hablar de violaciones en masa para explicar el fenómeno del mestizaje. No se pretende negar este hecho: ¿qué campaña bélica ha estado exenta de violaciones? (…) Pero en la mayoría de los casos, y sobre todo en el ejército de Cortés, la violación no tenía razón de ser: el consentimiento de los indios, pero también de las indias, acompañaba en general esas uniones.»
Bennassar, Bartolomé (2002). Hernán Cortés. El conquistador de lo imposible. Ediciones Temas de Hoy. pp. 110-114. ISBN 84-8460-205-2.
Hoy en día, gracias al mestizaje, la población de los países hispanoamericanos comparte antepasados indígenas, europeos y africanos, en diversos grados.
Los españoles prohibieron los sacrificios humanos que practicaban las sociedades amerindias antes de su llegada América. Eso, y la introducción de la más avanzada medicina hospitalaria amortiguó, en parte, la caída de la población indígena. Fueron las naciones americanas independizadas de las potencias europeas las que practicaron un verdadero genocidio en América. Sirvan como botones de muestra:
Y así podría continuar con las demás naciones americanas. Pero, lo peor, fue la utilización de fuerzas paramilitares desde la segunda mitad del siglo XX. Bandas de asesinos, mercenarios y delincuentes que actuaron contra los indígenas americanos sin control alguno y con el permiso de sus gobiernos. En el siglo XXI, el asesinato de Berta Cáceres, dirigente del Consejo Cívico de Organizaciones y Pueblos Indígenas de Honduras-COPINH, el 3 de marzo de 2016, así como los asesinatos de Moisés Durón Sánchez y Nelson Noé García, integrantes del COPINH, el 20 de mayo de 2015 y el 15 de marzo, respectivamente, evidencian que el genocidio de los amerindios perpetrado por los hispanoamericanos continúa en el siglo XXI con la misma impunidad que en los siglos XIX y XX.
Personajes como el teniente coronel George Armstrong Custer en Estados Unidos, el coronel Joaquín Terrazas en México, el general Julio Argentino Roca en Argentina, el general Cornelio Saavedra Rodríguez en Chile, el general Fructuoso Rivera en Uruguay, el general Efraín Ríos Montt en Guatemala, etc., considerados héroes nacionales en sus respectivos países durante mucho tiempo, hoy son tildados, por amplios sectores de la opinión pública americana, como genocidas.
Si sumáramos los genocidios perpetrados por estadounidenses, hispanoamericanos y brasileños, tendríamos EL MAYOR GENOCIDIO DE LA HISTORIA.
[34] El esquema de la leyenda negra es muy simple: América era un paraíso en donde los indígenas vivían felices en civilizaciones más avanzadas que la europea, en paz, sin delitos ni cárceles, sin explotación ni esclavitud, sin prostitución ni sacrificios humanos (eso fue una mentira de los españoles, dicen) y en plena armonía con la naturaleza… Hasta que llegaron los españoles, fanáticos, sanguinarios, depravados, genocidas, ignorantes, codiciosos, lascivos…, que se dedicaron a robar y violar, violar y robar, durante 500 años (Maduro dixit). Sólo construyeron iglesias a las que obligaban a entrar a los indígenas a punta de espada bajo amenaza de quemarlos vivos. Miles de ellos acabaron en la hoguera (por resistirse) para solaz de los sádicos españoles. Todo lo demás fue destrucción, enfermedades y muerte hasta consumar el exterminio planificado más devastador de la historia de la humanidad.… Ese es su planteamiento y, en cuanto se les saca de ahí con datos contrastables, se sienten perdidos y terminan reaccionando con agresividad.
[35] Fernando Cervantes, Conquistadores: una historia diferente. Edit. Turner Publicaciones, S.A. Año 2021. ISBN: 978-84-18428-35-7
[36] Marcelo Gullo Omodeo, Madre patria. Edit. Espasa. Prólogo de Alfonso Guerra. Año 2021. ISBN: 978-84-670-624
[37] Julio José Henche Morillas. Las Leyes de Indias. Ordenamiento de protección de la monarquía hispana a los pobladores nativos de América. Editorial Círculo Rojo. Año 2021. ISBN: 9788411042703
[38] María Elvira Roca Barea. Imperiofobia y leyenda negra. Ediciones Siruela. Edición del año 2021. ISBN: 9788416854233
[39] Hugh Thomas, "La conquista de México", Editorial Planeta, 2.000; ISBN 84-08-03514-2, página 494
[40] William H. Prescott, "Historia de la conquista de México", Editorial Antonio Machado Libros, 2.004; ISBN 84-7774-237-5, página 399
[41] Mira Caballos, Esteban, "Francisco Pizarro. Una nueva visión de la conquista del Perú", páginas 118-126, editorial Crítica, 2018, ISBN 978-84-17067-66-3
[42] Hugh Thomas, "El Imperio Español de Carlos V", páginas. 272-273, editorial Planeta, 2010, ISBN 978-84-08-09460-9
[43] F. A. Kirkpatrick, "Los conquistadores españoles", páginas. 136-138, Ediciones Rialp, 2000, ISBN 84-321-3242-X
[44] Cebrián, Juan Antonio, "La aventura de los conquistadores", páginas. 184-188, edit. La Esfera de los Libros, 2017, ISBN 978-84-9164-106-3
[45] "Españolas de ultramar", Juan Francisco Maura, Universidad de Valencia, 2005. Este documentado trabajo tira por tierra uno de los pilares de la leyenda negra: que los colonizadores españoles habían ido a América sin mujeres y que por ello realizaron violaciones masivas de las indígenas. En 1540 había más mujeres españolas que hombres españoles en ciudades como México y Lima. Además, existen fuentes históricas que dan fe de la presencia de mujeres castellanas en el ejército de Hernán Cortés ya desde el comienzo de la conquista de México. Sirvan como ejemplos:
"Ayudó grandemente, así cuando Cortés estuvo la primera vez en México, como cuando después le cercó, una mujer mulata que se decía Beatriz de Palacios, la cual era casada con un español llamado Pedro de Escobar. Dióse tan buena maña en servir a su marido y a los de su camarada, que muchas veces, estando él cansado de pelear el día y cabiéndole a la noche la vela, la hacía ella por él, no con menos ánimo y cuidado que su marido, y cuando dexaba las armas salía al campo a coger bledos y los tenía cocidos y adereszados para su marido y para los demás compañeros. Curaba los heridos, ensillaba los caballos e hacía otras cosas como cualquier soldado, y ésta y otras, algunas de las cuales diré adelante, fueron las que curaron e hicieron vestir de lienzo de la tierra a Cortés y a sus compañeros cuando llegaron destrozados a Tlaxcala, y las que, como Macedonas, diciéndoles Cortés que se quedasen a descansar en Tlaxcala, le respondieron: «No es bien, señor Capitán, que mujeres españolas dexen a sus maridos yendo a la guerra; donde ellos murieren moriremos nosotras, y es razón que los indios entiendan que son tan valientes los españoles que hasta sus mujeres saben pelear, y queremos, pues para la cura de nuestros maridos y de los demás somos nescesarias, tener parte en tan buenos trabajos, para ganar algún renombre como los demás soldados»; palabras, cierto, de más que mujeres, de donde se entenderá que en todo tiempo ha habido mujeres de varonil ánimo y consejo. Fueron éstas Beatriz de Palacios, María de Estrada, Joana Martín, Isabel Rodríguez y otra que después se llamó doña Joana, mujer de Alonso Valiente, y otras, de las cuales en particular, como lo merescen, hará mención." Cervantes de Salazar, Francisco, Crónica de la Nueva España, ed. Manuel Magallón, t. II, cap. CLXVI
"Digamos agora, ya que escapamos de todos los trances por mí atrás dichos, quiero dar otra cuenta qué tantos nos mataron, ansí en México como en puentes y calzadas, como en todos los rencuentros y en esta de Otumba, y los que mataron por los caminos. Digo que en obra de cinco días fueron muertos y sacrificados sobre ochocientos y setenta soldados, con setenta y dos que mataron en un pueblo que se dice Tustepeque, y a cinco mujeres de Castilla, y estos que mataron en Tustepeque eran de los de Narváez; y mataron sobre mil y ducientos tascaltecas." Bernal Díaz del Castillo, "Historia verdadera de la conquista de Nueva España", capítulo CXXVIII "Cómo acordamos de nos ir huyendo de México y lo que sobre ello se hizo". En la edición de la Real Academia Española, de 2.011, con edición, estudio y notas de Guillermo Serés, páginas 490-491. Dada la protección que los soldados españoles otorgaban a sus mujeres, se puede presumir que les acompañaban más mujeres castellanas, además de las cinco que lograron matar los mexicas.
[46] Beyhaut, Gustavo; Beyhaut, Hélène (1986). Historia Universal Siglo XXI, América Latina III. De la independencia a la segunda guerra mundial 23 (1ª edición). México. ISBN 978-84-323-0567-2.
[47] Klein, Fernando. “El destino de los indígenas en Uruguay” “Parte de combate” redactado por los militares uruguayos tras la masacre de “Salsipuedes”.